La soledad pasea sola; aún la puedo ver desde mi balcón. Aún no necesito cerrar el ventanal que me une y me separa de esta plaza mágica en la que vivo. En el tiempo se atisba la llegada del otoño sin impedirme disfrutar desde mi sofá de los sonoros silencios que se producen fuera. Lejos va quedando el griterío veraniego que diluía la soledad, adormeciéndola lentamente hasta el sueño.
El pequeño espacio en el que sobrevivo me acoge, me ubica y me reconforta. Mirar hacia afuera a veces es vertiginoso,otras esperanzador. El espectáculo de mi vida queda colgado de la barandilla, confundiendo la realidad con los ensueños y las sombras y los silencios con fuegos artificiales; mejor no invitarlo a entrar porque tendríamos que entendernos.
Sin salir ni entrar, recorre la soledad el pequeño trecho que nos separa a las dos, para reencontrarnos, un día más, en la cama que compartimos.
Sin salir ni entrar, recorre la soledad el pequeño trecho que nos separa a las dos, para reencontrarnos, un día más, en la cama que compartimos.
(Espero que esta vez puedas ver mi comentario).
ResponderEliminarTodavía me dura la emoción desde que entré en tu blog, Lola. NO TENGO PALABRAS (tampoco mucho tiempo pa comentarios que estoy en el curro) y no puedo menos que decirte que me llegó al alma, que me emocionó; eres una cajita de sorpresa, Lola, yo que creía conocerte...
Ya sé que no eres la Lola regordita de la foto, con el cestito de la "merendilla" ( eso sí, con tu minifalda,luciendo palmito y extremidades inferiores, que en eso no has cambiado). En serio ahora: que me ha encantado tu blog; me he repuesto ya de la sensación porque fué para mí como descubrir una nueva Lola y, a la vez, sentí no haber estado más cerquita de tí este tiempo para ver como has ido CRECIENDO(la vida encargó de alejarnos un poco pero ha perdurado, por siempre, el incondicional cariño de tu tía (¿preferida?).
Muy feliz 2.011 y un cálido abrazo