Los expertos en esto de gestionar un blog dicen que hay que escribir, que hay que mantenerlo activo y publicar entradas porque si no el personal se aburre, se cansa y no vuelve a pasar por tu blog.
Debe ser verdad, pero a veces una está tan abstraída en vivir que no encuentra el motivo o la inspiración; también porque ocurren cosas que mejor no contarlas ni compartirlas, no vaya a ser que al ordenarlas pierdan su magia.
Algunas veces la vida coge su senda derechita y no se sale de ahí, haciéndote sentir que avanzas por ella con la seguridad, la elegancia y el glamour de una top model en la pasarela.
Otras veces te pone por delante los caminos más agrestes y escarpados para que te puedas sentir como Scott y Admusen rumbo a la Antártida. Es en estos últimos caminos en los que me da por esta afición de expresarme con torpes palabras y ordenar mis desvaríos mentales. Como decía Ana María Matute, “la literatura es un estado de rebelión íntima que ayuda a trascender las etapas de soledad por las que, tantas veces, transita la vida” y ahora no me encuentro en rebelión íntima, más bien en complacencia conmigo misma, y sola me encuentro feliz.
Debe ser que el verano me entretiene, o que me pasa como a mi abuela que cuando se le llenaba la casa de niños, mi abuelo, octogenario muy bien atendido siempre por su esposa, le decía :
_ María, tú me quieres?_
_ Ay! Por Díos ¡ Cómo me dices eso?_
_ No , es que te encuentro un poco distraída._
Cuando la vida nos tiene distraídos, nos descuidamos de cosas importantes , y colgar en este balcón mis pensamientos para que se oreen, y tú puedas recrearte en ellos, es para mí muy valioso, no sé si a veces interesante para tí. Lo que me guardo para que no pierda su magia , seguro que más adelante se irá filtrando, cuando reposen bien los posos en el fondo y podamos compartirlo como compartiríamos un buen vino.