EL BALCON DE LOLA

No soy escritora, pero me gusta coquetear con las palabras y alinearlas en cuentos e historias. Aquí quedan todos colgados en este balcón, para que tú puedas recrearlos, y yo sacar mis sombras a orearse. Lo hago sin ánimo de ofender, sin pretensiones de deslumbrar, tan sólo con la intención de compartir con quien pase a mirar y tal vez se quiera quedar.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

EL COMIENZO

     Aquella mañana él llegó de uno de sus viajes más temprano que de costumbre. Sus negocios eran así y yo asumía aquellas ausencias, cada vez más repetidas y prolongadas, con la complicidad de la  mujer que le adoraba y de la  madre que no conocía otro oficio que cuidar a sus hijos con esmero.
      Aquella noche había sido tranquila, de no ser por la ausencia de la llamada a la que me tenía acostumbrada.

- Todo ha ido bien. Estoy cansado y en el hotel. Me voy a dormir. Un beso a los niños. Os quiero. Buenas noches.-

     Aquella  noche no hubo llamadas.  Recuerdo mis ojos mirando al teléfono expectantes, deseosos;  mi cabeza llena de pensamientos y presagios que revoloteaban como moscardones negros y una sombra negra de traición lacerante que comenzaba a cavar un enorme agujero en algún lugar extraño que desconocía en mi cuerpo. El sueño y el cansancio del ajetreo diario los vencieron.
     El pasó al despacho y soltó su maletín. Yo, que aún me encontraba en duermevela le seguí para ofrecerle un café. Así lo hacía siempre. Era el momento  del reencuentro, de la charla distendida, de las anécdotas.  Así era siempre.

- Tenemos que hablar – dijo.
- Sí, supongo. Ha ocurrido algo? Anoche no pude hablar contigo, tu teléfono no respondía y me quedé preocupada.-
- Bueno, quiero que lo entiendas. No podía hablar. No estaba solo.-

          Mis manos agarraron el respaldo del sillón en un intento de encontrar algo sólido. El terciopelo verde me devolvió su tacto suave.

- Quieres decir que estabas con ella?. -
- Si. No voy a mentirte.-

   Entonces sí busqué el sillón para dejarme caer en él. Volvieron los moscardones a mi cabeza con sus zumbidos, impidiéndome cualquier reflejo de respuesta medianamente humana. 

- Tenía que decírtelo. Me marcho esta tarde y no volveré.-
  
     Y siguió hablando para explicarme lo complicada que es la vida, lo duro que había sido tomar esa decisión y lo endemoniadamente complicado que le resultaba decírmelo.
     Mientras mis ojos  pasaban  revista a los libros apilados cuidadosamente en las estanterías; tamaños, temas, colores, cada cual estaba siempre en su lugar, yo me encargaba de ello en las tareas que ocupaban mis días. Ahora lo hacía  en  un intento de encontrar la armonía y el orden de siempre. Con ello apartaba la desazón, el dolor y ese vacío que iban acampando como la niebla que invade el colorido del paisaje que amamos.

- No te esfuerces. Ya sé que me quieres. Te apetece  ahora un café?.


P.D.  Como os ha causado perplejidad, tengo que deciros que este post no es autobiográfico. Casi nada de lo que escribo lo es, aunque mi "mirada" sobre el relato os recuerde a mí.¿ Acaso existe algún escritor que no refleje su visión sobre lo que escribe?. En los relatos trato de crear historias que provoquen emociones , no contaros mi propia historia. ! Sería demasiado aburrido!