EL BALCON DE LOLA

No soy escritora, pero me gusta coquetear con las palabras y alinearlas en cuentos e historias. Aquí quedan todos colgados en este balcón, para que tú puedas recrearlos, y yo sacar mis sombras a orearse. Lo hago sin ánimo de ofender, sin pretensiones de deslumbrar, tan sólo con la intención de compartir con quien pase a mirar y tal vez se quiera quedar.

lunes, 21 de marzo de 2011

FOLIO EN BLANCO

                                        Un folio en blanco es mucho mas que un papel.
                 Hay veces en que un folio en blanco se convierte en el cubo de basura del alma, recogiendo todo lo que se va marchitando, lo que ya no luce en su esplendor;  al depositar las palabras, el papel se lleva todo aquello que sabes que no lo puedes seguir conservando con el mismo brillo que un día tuvo.
                Aveces un folio en blanco es una tentación que aparece en la vorágine de apuntes de oposición y haces un inciso para llenar con  palabras de  historias sentidas, con recuerdos que te asaltan, creando un pequeño universo momentáneo en el que evadirte.
               En cambio, otras veces, un folio en blanco se convierte en la esperanza de poder  explicarte lo que tú no sabes, y me esfuerzo con las palabras, con los signos y sus reglas, haciendo encaje de bolillos literario para contarte lo que   sería tan fácil decirte si estuvieras delante.
                Un folio en blanco puede ser un billete de ida y vuelta canjeado en la mesilla de noche, junto a la cama que compartimos una día llenándola de besos y abrazos desesperados, en forma de nota con un "te quiero" esperanzado o un "olvídame" de punto y final.

domingo, 13 de marzo de 2011

EL FUNERAL

Hace unos días asistí al funeral de un familiar.A estas ocasiones me lleva más el acto social en sí que el marco religioso en el que se desarrolla, pero fue la ocasión de reencontrarme con  las palabras y el espacio físico de lo que en otros tiempos asumí como propio.
No sé si fue lo fastuoso de templo o las frases escuchadas las que me provocaron un estado disonante en el que aún me encuentro. Me agradó que ante lo que estábamos no era un cadáver, sino una vida que se terminaba, aún así, tuve que redefinir todo lo que oía para sintonizar con lo que allí  pretendíamos.

                 " Con una palabra tuya bastará para sanarme". !Qué hermoso! pensaba yo mientras recordaba  ocasiones de mi vida marcadas por la incomunicación, fácil decir que es en el amor ;  el dolor que causa una palabra no dicha y el poder de curación de otra pronunciada a tiempo. Pero no sé si el sacerdote se refería a  lo mismo.

                  " El aceite del consuelo y el vino de la esperanza" .Magnifica metáfora, me decía. Sólo los que lo hemos  pasado mal sabemos que unas buenas tostadas de aceite o un buen vino con una amiga nos traen el consuelo y la esperanza.

El sacerdote seguía hablando de un cuerpo y de miembros anexionados que somos a ese cuerpo. Yo pensaba en la difunta que había donado todos sus órganos y la imaginaba siendo un miembro defectuoso de ese cuerpo al que todos pertenecemos. Creo que se refería al mismo anhelo que sentimos de estar unidos a quien amamos.

               " Baja, Padre amado, a abrir a nuestra hermana la puerta de tu mansión" . Una humilde mujer que había vivido de manera sencilla toda su vida, la vi recorriendo una enorme y majestuosa escalinata y arriba era  recibida con los honores de una reina. Bueno, siempre que se le considerara merecedora de ello.

                 No quiero ser irreverente. Siempre fui respetuosa con las creencias ajenas, salvo con aquellas que dañan a otros o a su libertad. Y estas no lo son. Pero podría haber formas más directas, palabras más sencillas para explicar el paso de la muerte. No puedo evitar sentirme perpleja ante la difícil traducción que tuve que hacer. O acaso compartíamos el sacerdote y yo el mismo espíritu , pero con distinta melodía.

jueves, 3 de marzo de 2011

VIVIENDO , GERUNDIO Y MITO.



       El paso de los años no sólo nos aporta vejez, sino también sabiduría.Este hecho común no pasa desapercibido para nadie que mira hacia atrás. Cuando nos permitimos esta mirada retrospectiva lo mejor es la evocación de aquellos episodios pasados que fueron hilando una historia protagonizada por nosotras mismas.
       No me gusta la palabra destino. Nunca la entendí. Nada se me dió escrito de antemano y creo que a nadie se le puede eximir de escribir con puño firme cada acto, cada palabra, cada suceso....
          Cuando pude pilotar mi propia vida conocí la libertad de dibujar cada día los caminos de la felicidad, o al menos de aquello que se me antojaba como tal, a veces sin saber bien si lo era ; confundiendo mis sueños y mis emociones con lo reglamentariamente esperado de mí anduve correteando mil y una formas de mujer.

        Ahora con la sabiduría de los años me permito reconciliarme conmigo misma viéndome reflejada en tantas historias de mujeres que ocuparon la mitología. Sin saber por qué creo que ellas siguen perpetuándose eternamente en nosotras.
        Comencé siendo una Galatea, esculpida por su Pigmalión a su imagen y semejanza. Era sencillo que él me adorara y para mí, sentirme venerada.Pero duró poco el tránsito. Me transformé en la desafiante Antígona, hija de Edipo, retando las normas y encontrando valor en el sufrimiento.
        Por la enajenación que produce el amor,  me ví como una bacante, recorriendo el mundo detrás del siempre incierto dios Dionisio, divirtiéndome en sus orgías y festivales etílicos. Aquí fui yo la que derrochaba veneración ante un muro de piedra. Acabé siendo la paciente y fiel Penélope, tejiendo de día y deshaciendo de noche una maraña de sueños esperando el reencuentro.
          Otras ocasiones me dibujé como Perséphone, pasando del mundo de la luz al de las penumbras, reino tenebroso y lleno de horrores, ascendiendo y descendiéndo esperando que alguien bajara a rescatarme. El camino de vuelta lo encontré yo sola porque hoy día nadie baja al infierno a buscar a nadie.

          Aún me queda vida, espero al menos el día  de hoy, para transformarme en lo que decida. Una explicación mitológica de mi supervivencia no es más que un lujo que me permito para calmar el vértigo de vivir como quiero y seguir confundiendo los seres monstruosos y mágicos que aún nos habitan.