EL BALCON DE LOLA

No soy escritora, pero me gusta coquetear con las palabras y alinearlas en cuentos e historias. Aquí quedan todos colgados en este balcón, para que tú puedas recrearlos, y yo sacar mis sombras a orearse. Lo hago sin ánimo de ofender, sin pretensiones de deslumbrar, tan sólo con la intención de compartir con quien pase a mirar y tal vez se quiera quedar.

martes, 20 de septiembre de 2011

EL TERCER HOMBRE

 He conocido al Tercer Hombre. La designación no es precisa, más bien fortuíta y caprichosa
El Tercer Hombre, como el de Graham Greene, tiene algo de misterio, y mucho de expectativa.
El Tercer Hombre, como el de Graham Greene, no es sólo un número ordinal. El orden no siempre conlleva "ordenación enumerada de las cosas"; también desde el caos, a veces, el encuentro de dos  seres aislados que chocan en un espacio y un tiempo pueden ser  orden, por ejemplo, el tercero. 
El Tercer Hombre, además de un Orson Welles magnífico en la película, es un "naúfrago". Así lo he definido. Claro que ser definido por una "disidente" como yo, no tiene mucho valor, ni credibilidad. El naúfrago bracea para sobrevivir, quiere llegar, la disidente ya no bracea, se deja llevar por el oleaje porque le da igual llegar que no.
El Tercer Hombre es un tipo especial. Parece que está por llegar..... o que siempre está llegando......  aún no se si va o viene de vueltas.Me gusta esa sensación de interinidad vital. Qué es la vida si no éso!!

jueves, 15 de septiembre de 2011

VOLVER

Siempre estamos de vuelta.
Siempre empezamos de nuevo, y es porque estamos vivos. No está mal estar vivos.
De vuelta a mi pueblo, de donde nunca fui, ni me permitirán ser,  donde nadie me espera y ahora que vuelvo sé que algún día me iré.
De vuelta a mi plaza, donde sus piedras me acogen, cautivándome con su magnetismo pétreo . Unas tienen forma de corazón, sobre otras pasean corazones de piedra pero nunca cambian ni se van.
De nuevo abro de par en par el balcón por donde entra el poco aire límpio que aún respiro. Es mi atalaya desde la que contemplo cómo el tiempo va pasando, transformando la soledad en soberanía, el olvido, invertido a plazo fijo,  en una buena renta.
He vuelto después de abrazar a los amigos que nunca quise quedar en la cuneta de mi camino, porque siempre merece la pena volver a verlos, aunque nos busquemos de tarde en tarde. Con ellos he vuelto a recorrer las pliegues del alma, acariciando las cicatrices de antiguas heridas, cosidas con esmero. Ya no tienen rostro, ni forma, ni nombre. Sólo yo sé el precio que he pagado por ellas, para lucirlas con orgullo, porque ahora sé que el futuro con ellas es mas hermoso  que el desierto que me ofrecías.
Tú, amigo , también has decidido volver. Eres como yo: no hay tiempo para la derrota. Lo hemos hablado, como tantas cosas: el futuro es la única puerta que no puede cerrarse. Tras su umbral los fuertes construyen sin destruir, los miserables arrastran sus ruinas y los débiles acarrean llantos y fatigas. Los dos sabemos en qué grupo queremos estar.
Seguiremos adelante, y para ello hay que volver.